Noticia redactada a partir de la conferencia de Laia Foix, “La ciència a través de la càmera d’Emili Godes (1895-1970)”, 06/04/2017, SCHCT-IEC, Barcelona, en el marco del ciclo Ciència i Fotografia coordinat per Ramon Barnadas.
La obra del fotógrafo Emili Godes (Barcelona, 1895-1970) no es desconocida ni para la historia de la fotografía ni para la historia del arte. Sin embargo, su obra apenas ha sido considerada desde la historia de la ciencia. De hecho, la historia de la ciencia todavía no ha emprendido el camino de un estudio, reflexivo y contextualizado, de la fotografía y la cinematografía producidas en Catalunya. Disponemos de gran cantidad de información y de algunos excelentes estudios, en buena medida procedentes de la historia de la fotografía –los trabajos de José Manuel Torres, La retina del sabio; los recientes de Salvador Tió sobre Innocent Paulí i Jaume Ferran-, que merecen ser considerados a la luz de los resultados y de las preguntas formuladas por la historia de la ciencia en las últimas décadas. El caso del fotógrafo Godes y su obra permiten señalar la persistencia de las sombras en la redacción de esta historia.
De Emili Godes sabemos mucho y a la vez se nos aparece como un profesional invisible. Nos vamos a ir explicando a partir de la conferencia que recién nos acaba de ofrecer Laia Foix. Cabe recordar que la ponente es la coordinadora del Departament de Documentació i Investigació de l’Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya (www.iefc.cat), lugar donde la familia Godes ha donado más de mil imágenes, colaborando de manera activa en su catalogación. De hecho, a partir de aquel acto de generosidad y de reconocimiento –un hecho, el de la constitución del patrimonio científico-técnico, poco valorado y menos aún fomentado en el ámbito cultural de Catalunya… en una demostración de mediocridad intelectual que sigue justificando la existencia de dos culturas o derivadas banales semejantes-, Laia Foix se ha entregado al estudio de esa colección. Fruto de cuyo trabajo fue la redacción de la memoria “Modernidad y vanguardias fotográficas en la obra de Emili Godes” de fin del Postgrado de “Gestión, preservación y difusión de archivos fotográficos” de la ESAGED-UAB en 2014: (www.iefc.cat/pdf/Modernidad-y-vanguardias-Emili-Godes-tfp-LaiaFoix.pdf).
Llama poderosamente la atención que la fotografía de Godes es conocida por lo que se recuerda y en parte se preserva en diversas instituciones emblemáticas, aquellas que le han dado una categoría artística y calidad técnica. Desde la òptica del artista, esa canonización puede proceder de los trabajos exhibidos por el fotógrafo: el reportaje sobre la ciudad de Córdoba exhibido e impreso en postales en los años 1920, el de seguimiento de las obras en Montjuïc para la exposición de 1929, la exposición de fotomacrografía de vegetales e insectos en la exposición de 1944. Buena parte de estos materiales se hallan entre las colecciones del MNAC (Museu Nacional d’Art de Catalunya), del AFB (Arxiu Fotogràfic de Barcelona) y también en los fondos del Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya. Fueron estos mismos documentos objeto de exposiciones diversas en las décadas de 1980, 1990 y 2000. Esto se tradujo, de manera paralela, en la publicación de trabajos por parte de fotógrafos e historiadores de la fotografía o del arte, en algunos casos como comisarios de exposiciones. Desde los años 1980, en estos estudios se ha acuñado la condición de Emili Godes como máximo representante en Catalunya de la Nueva Objetividad. Esto es, del movimiento artístico nacido en la Alemania de los años 1920 como reacción al expresionismo, conocido con el complejo término de Neue Sachlichkeit. Más allá del acierto de esta interpretación, el mismo Godes reivindicaría en los años 1950 la intencionalidad artística de sus “microfotografías” con lo que se hacía en la Francia y Alemania de entreguerras. Se ha puesto de manifiesto que Godes no llega a esta manera de entender la fotografía por un camino intelectual teórico, académico, sino a partir de la práctica, de su talento y habilidad técnica y de su voluntad artística. Godes se forma como fotógrafo mediante el ejercicio laboral de los oficios de la fotografía. En Barcelona y desde los 14 años, primero en la casa Riba, comerciales de la fotografía, editores de la revista Radium, a la vez catálogo publicitario, boletín de consejos técnicos y de artículos traducidos de la prensa especializada extranjera. Y desde 1916 en la Casa Cuyàs, como jefe de laboratorio, hasta 1928, cuando se establece como fotógrafo profesional independiente. Trabaja solo, revela en el laboratorio de su domicilio y se gana la vida, sobre todo, por los encargos. Un técnico excelente, opera sin fotómetro, hábil con los alargadores y la óptica en los trabajos de aproximación, cultiva la foto fija. Su talento técnico y su mirada artística se extienden y le consolidan como profesional en la década de 1920. A partir de entonces, desde los años 1930 abre su abanico profesional: artistas de diferentes especialidades y galeristas le solicitan la reproducción de diferentes obras; la Escola Superior d’Agricultura le convierte en director de fotografía de su revista; colabora en el mapa geológico de España, realiza encargos de entomología para la Universidad de Barcelona y colabora más adelante con el Instituto de Investigaciones Pesqueras. A la vez, Godes atiende encargos comerciales y publicitarios de diferentes empresas. Forma parte del Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya durante la guerra. Laia Foix señala que buena parte de esta obra no está firmada o bien la autoría es parcial: la mano invisible del técnico emerge. Artistas y científicos necesitan visibilizar y representar ciertos objetos, recurren a la habilidad técnica del fotógrafo Godes, pero la mise en scène desaparece, como la autoría, a favor del resultado final: la construcción de un nuevo objeto de comunicación. La representación visual viene cargada de conocimiento, pero el proceso de ejecución de éste entra en la penumbra.
Tras la guerra, Laia Foix pone el acento en la enorme actividad que Godes lleva a cabo a partir de los numerosos encargos que recibe desde el mundo de la ciencia. Y también del ámbito empresarial. No podemos citarlos todos, pero vale la pena recordar alguno de estos casos con el fin de mostrar diferentes actitudes respecto a la fabricación del patrimonio, y una vez consolidado ese concepto, a su preservación y fomento. Catalana de Gas y Electricidad solicita un encargo que se enmarca, tal vez como el de los comerciantes de la Avenida de la Luz de Barcelona o el de la empresa de bombillas Osram, en la ciudad como motivo fotográfico, en la noche urbana y en sus espacios públicos y domésticos, en sus objetos, en los contrastes de luces y sombras. Parte de ese material se halla en el Museu del Gas, en Sabadell, en un ejercicio de compromiso y reconocimiento por la salvaguarda y la comprensión de ese patrimonio. En contraste, cabe destacar el encargo realizado por los Laboratorios Esteve, recién ubicados en los años 1940 en el Guinardó, cerca del Institut Ravetllat-Pla, dedicado a la elaboración de productos antituberculosos, todo ello a dos pasos del Hospital de San Pablo, entonces en plena expansión. Un patrimonio desconocido para dicha empresa farmacéutica, que todavía no se ha interesado por la posibilidad de recuperar ese pasado (una realidad que contrasta con lo que han hecho en este asunto dos empresas del ramo: el museo de la multinacional Grifols y el archivo gráfico de Uriach). Los negativos conservados se hallan en el fondo familiar donado al Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya. Se trata de un conjunto que supera un simple catálogo empresarial: es una apuesta icónica por la modernidad a partir de la demostración de estar al día técnicamente, de la capacidad científica que confiere autoridad en la materia. En los restos del naufragio se muestran edificios, espacios de ciencia, expertos en acción, instrumentos y maquinarias de gran complejidad, ininteligibles, procesos de laboratorio y de fabricación. Y, finalmente, productos farmacéuticos, explicados y utilizados para comunicar ciencia, mediante el concurso de imágenes y textos que surgen de una puesta en escena muy elaborada, nada azarosa. Sobre todo ello ya hablamos en el texto Publicitat i Medicina (Barcelona, COMB, 2010).
La intervención de Laia Foix ha puesto de manifiesto la existencia de gran cantidad de fotografías realizadas a partir de los encargos de científicos. Es un material de difícil identificación y catalogación. Cabría hacer una investigación meticulosa en las publicaciones de los nombres de científicos y de médicos que la familia recuerda para comparar y fijar correspondencias. De nuevo, la invisibilidad del técnico se hace realidad. Como aquellos artistas que necesitaban dar a conocer sus obras a partir de la mirada experta, del técnico y del artista, del fotógrafo Godes, los hombres de ciencia recurrieron a dichas habilidades para crear objetos científicos, instrumentos de comunicación cargados de conocimiento. Por una parte, García de Cid permite consolidar una red de contactos y encargos solicitados por Font i Quer, Margalef, Carl Faust o Santiago Alcobé. Se pone de manifiesto en los trabajos de Godes esa “nueva objetividad” gracias a su mirada macrofotográfica a la naturaleza. Por otra parte, la necesidad de explicar ciencia mediante la creación de conocimiento comunicable lleva a un buen número de médicos a recurrir a Godes. Es un momento de consolidación de ciertas especialidades: ¿por qué José Miguel Martínez, considerado uno de los padres de la anestesiología, encarga fotografías de determinados instrumentos y productos de la especialidad? ¿Con qué fin necesita el cirujano plástico J. Muntané mostrar las bondades del uso de un dermatomo? Vale la pena recordar los elementos comunes que esto tiene con el estudio sobre la iconografía ginecológica elaborada por M.A. Fargas en la Barcelona de 1910, según ha mostrado la investigación de Sara Fajula. Son también los años de Godes como realizador cinematográfico. Había ejecutado algún cortometraje de ficción y también cine documental científico, como el galardonado (1948) y por ahora desaparecido “La rata al servicio de la humanidad”, junto a García del Cid. La conferencia de Laia Foix lleva a plantearse preguntas: además de vecinos, ¿qué relación profesional tuvo Godes con Ramón de Baños, pionero del cine médico en Barcelona, autor de trabajos sobre la empresa científica de Barraquer, Cardenal, Ferran, Corachan? De igual manera, ¿por qué Pere Gabarró recurrió a la habilidad fotográfica de Godes para mostrar la magia de la cirugía plástica mediante la imagen animada? Todo ello adquiere profundidad en la relación profesional entre Godes y el urólogo Antoni Puigvert, tal y como apunta Laia Foix. Sin embargo, se trata de un fondo pendiente de una exploración sistemática y también de una apuesta institucional por la recuperación de ese patrimonio. De nuevo emerge la preocupación sobre el patrimonio científico. Estamos lejos de la sensibilidad y conciencia de lo que se hace en otros países. Y no pensamos sólo en términos de conservación y difusión, sino de concienciación profesional e institucional por parte de los generadores de conocimiento científicos y de comunicación y enseñanza de ciencia a partir del mismo tanto en las aulas como en los museos. Un material que tal vez debería ser objeto de interés frecuentado con la misma asiduidad que las fuentes textuales por parte de los historiadores de la ciencia.
Esta noticia ha aparecido publicada por primera vez en Anatomías Urbanas